Formar pareja no implica necesariamente vivir enamorado y en armonía. A veces sucede lo contrario, y lo peor es que esa mala relación no puede deshacerse. Por qué? Qué nos impide terminar con una relación tóxica? Relación adictiva, se le llama -por la dependencia que crea- como la que se puede tener por el cigarrillo, el alcohol o la droga. Con una diferencia: la persona que padece esa relación adictiva no la vive como tal, no tiene conciencia de que se asemeja mucho a una enfermedad. Sufre, pero le cuesta advertir que lo suyo es una adicción, aunque a veces lo sospeche inconcientemente o lo intuya. "Algo no va bien" nos decimos, sin embargo no logramos resolver el problema.
El adicto de amor es aquel que no ha logrado madurar emocionalmente; se contacta con el otro para satisfacer un vacío afectivo y no para crecer juntos y desarrollarse. Se aferra al otro porque supone que le servirá para terminar con un pasado de frustraciones y deseos insatisfechos.
A la pareja elegida se le visualiza como una especie de solución mágica en lugar de alguien con quien mantener una relación recíprocamente amorosa, donde el dar y el recibir están armonizados y equilibrados. El adicto de amor, el enviciado de amor, da todo de sí, y hasta parecería amar en exceso pero en realidad se tiene miedo a perder esa "tabla de salvación"; se vuelve excesivamente preocupado por satisfacer y agradar, y termina en una lastimosa dependencia.
Una relación de estas características hace que, mientras esa persona da todo de sí, su pareja no entregue nada; mientras aquella se centra en el otro, éste se centra en sí mismo; mientras uno aporta aliento, apoyo moral, dinero, el otro se limita a recibir y pedir; uno tolera conductas improcedentes, el otro no tolera nada. En una palabra: el adictivo se ata a su pareja y depende afectivamente de ella, pero ésta no se ata y hasta está capacitada para romper en cualquier momento.
esto a TÍ SI TE CUMBÉ!
El adicto de amor es aquel que no ha logrado madurar emocionalmente; se contacta con el otro para satisfacer un vacío afectivo y no para crecer juntos y desarrollarse. Se aferra al otro porque supone que le servirá para terminar con un pasado de frustraciones y deseos insatisfechos.
A la pareja elegida se le visualiza como una especie de solución mágica en lugar de alguien con quien mantener una relación recíprocamente amorosa, donde el dar y el recibir están armonizados y equilibrados. El adicto de amor, el enviciado de amor, da todo de sí, y hasta parecería amar en exceso pero en realidad se tiene miedo a perder esa "tabla de salvación"; se vuelve excesivamente preocupado por satisfacer y agradar, y termina en una lastimosa dependencia.
Una relación de estas características hace que, mientras esa persona da todo de sí, su pareja no entregue nada; mientras aquella se centra en el otro, éste se centra en sí mismo; mientras uno aporta aliento, apoyo moral, dinero, el otro se limita a recibir y pedir; uno tolera conductas improcedentes, el otro no tolera nada. En una palabra: el adictivo se ata a su pareja y depende afectivamente de ella, pero ésta no se ata y hasta está capacitada para romper en cualquier momento.
esto a TÍ SI TE CUMBÉ!
que levante la mano a quien no le ha pasado...
ResponderEliminar